Viajes en Velero, Dei�

Viajes en Velero plaza a plaza en Baleares: DEIÁ



Deiá

Dos, quizás ya tres generaciones de pálidos norteuropeos se han llevado de vuelta a casa horas y horas de sol balear adheridas a la piel, a cambio de endulzar los bolsillos de los mallorquines, hábiles mercaderes de larga tradición. En vez de pagar por el sol, yo he dejado esta tarde dos euros por una sombra, una sombra con cerveza. Y cierto es que no era una sombra cualquiera. La sombra de la terraza de San Fonda en Deiá, mitad pino y otro tanto chamizo de paja, con leves aromas de resina exprimida por la canícula y trazos aéreos de cánnabis, posee la rara excepcionalidad de aunar armónicamente bohemia con jet-set. Su celebridad procede de esta singular atmósfera. De corte cinematográfico, el vestuario fluctúa entre el cálido aire toscano de “Inocencia perdida” y el pseudo-colonial de “Memorias de África”: sombreros alados, flojos vestidos escotados cosidos con fi n os hilos de lino, llamativos fulares de seda, sandalias de primeras marcas discretamente borradas... El mundo al revés. Chuchos de marca se confunden con ropa de pedigrí. ¡Qué grato es ser guay y además un poco millonario! Falsa modestia, en realidad el ambiente en Deiá es muy millonario y, con suerte, un poco guay.

Pides una cerveza en Sa Fonda y sabes que aquella no es tu sombra. Te refresca pero no te acoge. Te esfuerzas en evitar sentirte un intruso, pero la sombra se vuelve incómoda y termina por expulsarte. Mis amigos me cuentan que en este lugar, de cuando en vez, vienen artistas y músicos que improvisan canciones que como claves sobre arcos, cierran y completan este montaje, que no construcción, porque se dice que en todo ello no hay nada de accidental o improvisado, sino que es la propia fauna tramuntana la que lo organiza a conciencia para que todo parezca casual y espontáneo. Azar y “fatum” venden mejor estos días que previsión y cálculo. Probablemente por eso ya casi nadie juega al ajedrez. Finalmente, sales a gusto a la vulgaridad de la carretera y, a diferencia de ingleses o alemanes que a cambio de sus monedas regresan a casa con la piel morena, a ti, esa sombra te quitó algo, además de los d os euros que pagaste por la caña.

Viajes en Velero, Dei�
Viajes en Velero, Dei�

Antes de volver a Palma, caminamos hasta el mítico cementerio de Deiá. Allí descansa Robert Graves, inglés de sangre mediterránea, y erudito único que también supo ver el Sur. Junto a la tumba de éste, sobre la que los peregrinos-lectores, a modo de homenaje póstumo, depositan alguno de sus libros, se entremezclan apellidos mallorquines con otros de origen foráneo. Todos ellos deberían disfrutar, si esto fuera posible, de la drámatica vista que regala este promontorio serrano: el Puigmaior a sus espaldas rodeado de frondosas colinas y someros valles; cuidados olivares, higueras, almendros, limoneros; abundante vegetación de sotomonte mediterráneo; casas rústicas coloreadas con buganvillas, geráneos, hortensias, adelfas y jazmines. ¿Puede la belleza ser espeluznante?

Al tornar la vista a poniente, en el fondo de la cañada vibra el azul. No te cansarías jamás de observar este mar mediterráno desde cualquier colina de cualquier isla, su brillo efervescente a contra luz, su textura ondulada como una clara cortina al viento, y sobre todo, la promesa renovada, y tantas veces incumplida, de falso puente entre las orillas de ti mismo.